domingo, 22 de enero de 2012

AHORA LA MEMORIA ES HÚMEDA


 AHORA LA MEMORIA ES HÚMEDA



En aquel tiempo ignoraba

cuál era el oficio de la poesía,

pero le decía que no

a las mariposas muertas

y amenazaba con el puño

a los verdugos de diez años.

Lamentaba

que el verano se extinguiese

en los dobladillos de marzo,

pero me empeñaba en apurar

el almanaque del cuerpo

y celebrar la rueda de la sangre,

la quietud de las muñecas desertadas.



En aquel tiempo no había padre,

pero nadie pensaba en los caídos:

la memoria egoísta expulsaba humedades,

los gestos no admitían

vestigios de animales rotos.

Había hermanos

que volaban sobre los manteles

y migas de pan estrellándose contra la risa

como esquirlas de hambre saciada.

Había amores, también,

cuerpos apenas despuntados,

pieles que no infligían mortandad al domingo.



En aquel tiempo nadie sudaba miedo.

Las cenizas no gruñían advertencias.



Ahora, no sé.

Ahora se fueron todos.

No hay hermanos, ni amores,

ni siquiera

verdugos de diez años.

La vida dejó un árbol entreabierto.

Se llevó los pájaros.



Estoy sola con los muertos.



Ahora la memoria es húmeda

y mi padre viene de lejos

a mirarme la sombra.




Arte: "Black Orchid", Slava Fokk


1º Premio Poesía Concurso Literario Rotary Club de City Bell 97º Aniversario de la Fundación de la Ciudad, City Bell, Bs. As. (2011)

1º Premio Poesía 23º Certamen de Poesía y Prosa Concurso Casa de la Cultura Ami Díaz,  Jovita, Córdoba (2011)

Mención de Honor "La Pluma de Plata 2012" III Certamen Internacional de Cuento y Poesía (Por el poema “Ahora la memoria es húmeda”),  Círculo Pehuajense de Escritores  y Lectores, Pehuajó, Bs. As. (2012)

Finalista Poesía 12º Concurso Literario Internacional "Escritura compartida", Centro Escritores/as Nacionales -  Cen Ediciones, Córdoba (2011) 


sábado, 21 de enero de 2012

NIÑOS TAB


NIÑOS TAB
 

 
 
No soy una niña índigo.
 
Mi aura no es azul
 
y, la verdad,
 
no nací para cambiar el mundo.
 
Tampoco soy una niña cristal.
 
Mucho Lennon y mucho “Imagine”,
 
pero paz no tuve nunca.
 
 
 
Yo soy una niña TAB
 
(me gustó esta sigla,
 
el nombre de una gaseosa dietética prehistórica
 
que nadie quería tomar
 
porque era francamente horrible).
 
 
 
Los niños TAB nos juntamos a jugar,
 
algunas veces,
 
en una enorme sala de Jardín de Infantes
 
con las paredes pintadas de negro.
 
Mary insiste en modelar con arcilla
 
un espantoso muñeco que no está muerto
 
ni está vivo,
 
algo así como un Golem,
 
pero con las manos manchadas de sangre.



 Alejandra sirve el té
 
en preciosas tacitas de porcelana china
 
y ciertas veces interroga a la Reina Loca,
 
pero la mayor parte del tiempo habla con las voces:
 
“cuídate de mí”, les dice,
 
aunque las voces son profusas
 
(y las voces jamás responden
 
“nuestro nombre es legión, porque somos muchos”,
 
porque sino esto sería una película de terror de los ‘70
 
y no la sala de un Jardín de Infantes
 
con las paredes pintadas de negro). 
 
 
 
A Sylvia le gusta jugar a preparar la cena
 
y, por momentos, se queda mirando la cocinita blanca
 
con una fascinación morbosa.
 
Virginia tiene siempre los bolsillos llenos de piedras.
 
¡Y Vincent!
 
Deberían ver ustedes lo que hace con sus crayones.
 
Yo nunca vi nada igual. Tanta magia.
 
 
 
Ernest insiste en amedrentarnos
 
con una escopeta de plástico
 
y Cesare habla de una mujer
 
con unos ojos parecidos a los míos,
 
a los tuyos,
 

a los de nadie.
 
A veces pienso que esa señora es la maestra.
 
Sí, seguro que es la maestra.
 
En todas las salas de Jardín de Infantes hay una maestra.
 
 
 
Emily es muy callada.
 
Según dicen, ella conoce la esperanza,
 
pero no sé.
 
¿La esperanza es un ser con alas?
 
Edgar le responde que sí,
 
que es un cuervo,
 
y todos nos reímos un poco,
 
aunque en el fondo tengamos ganas de llorar.
 
A Robert le gusta la música.
 
 
 
Dylan nos desafía:
 
"¿Cuántos vasos de whisky deben beberse
 
para escribir un buen poema?"

 
Se supone que nadie bebe whisky
 
en un Jardín de Infantes,
 
pero los niños TAB somos así:
 
escondemos petacas de licor,
 
tabaco, píldoras
 
y cigarrillos de marihuana
 
en los bolsillos de nuestros pintorcitos a cuadros.


Los   niños TAB somos así:

jugamos casi todo el tiempo

y algunas veces nos sentamos a morir

en un rincón

porque estamos cansados.



Arte: Mark Ryden


martes, 17 de enero de 2012

ESTÚPIDAMENTE ENERO


ESTÚPIDAMENTE ENERO



Qué estupidez el verano.

Qué enorme estupidez el verano.

Adolescentes que se estiran en la arena

(ondulan como serpentinas

apadrinadas por el fuego)

y exudan promesas.

Ellas son mapas,

sus piernas largas son autopistas de sal

que no retroceden

ante el gesto húmedo del deseo,

cintas de asfalto donde viajar es casi dulce.

Mi examen recorre

cada ángulo de carne dorada

que le retacea su inmensidad al mar

y me pregunto cuántas olas hicieron falta

para que el silencio pidiera la palabra.



Qué estupidez el verano.

Qué enorme estupidez el verano.

El circuito sexual no termina,

pero yo opto por la lejanía.

La lejanía es un buen recurso

cuando no se tienen piernas largas

y lo real no es una cintura que coagula

todas las miradas del hambre:

lo real es este oficio de dolerme

y dolerte,

de maldecir la frágil estructura del viento,

de amontonar cáscaras de manzana y yerba usada

y gritarle a ese hijo,

absurdamente adolescente,

que no se aleje demasiado

(que no se acerque demasiado

a las serpentinas/mapas/autopistas/piernas).



Qué estupidez el verano.

Qué enorme estupidez el verano.

Pienso en el poema de Wallace Stevens,

(la muerte y el sexo se exigen mutuamente)

e imagino que se acabaron los helados

y que los muchachos traen flores

envueltas en periódicos atrasados.



Sé que esta vez

las flores no son para mí.

Blanca y fría, a pesar del sol del mediodía.

Muerta para enero.

Sepultada

debajo de una sombrilla idiota.






Arte: “Study for The Beach Chair”, Marie Fox



domingo, 15 de enero de 2012

A VECES LOS SAPOS DE OTRO POZO TIENEN LOS OJOS AZULES


A VECES LOS SAPOS DE OTRO POZO TIENEN LOS OJOS AZULES

“Nadie muere siendo virgen. La vida nos jode a todos.” – Kurt Cobain



A veces los sapos de otro pozo

tienen el pecho apolillado

como un cadáver viejo.

Mugen como los barcos.

Toda unción les es ajena.

Piden. No les dan.

Patean latas vacías.



A veces los sapos de otro pozo

tienen los sesos vueltos

hacia las nubes.

Son viudos de todas las muertes.

Dentro de sus cabezas.

los amigos se ríen como idiotas.

Pero sólo cuando están drogados.



A veces los sapos de otro pozo

crían cuervos.

Pero no saben. No saben.

Entonces ven un pájaro

y le ofrecen los ojos.



A veces los sapos de otro pozo tienen los ojos azules.




Arte: "Kurt Cobain", Andias Rakhman


Del poemario "La antigua enfermedad del otoño", Ediciones de la Iguana, 2011

1º  Premio  Poesía  “Cuarto  Certamen  Internacional  de  Poesía y  Cuento Breve Cosme Sebastián Reniero”, Centro de Escritores de Avellaneda y Municipalidad de Avellaneda, Avellaneda, Santa Fe (2012)

Poema seleccionado por César Melis para integrar la Antología Poética “La lenta obsesión”, Editorial Dunken, Ciudad de Bs. As. (2011)

 

AROMAS DE CIUDAD



AROMAS DE CIUDAD

Pequeñas flores celestes circundan
el corazón del verano.
La ciudad amanece, ligera,
como un roce de labios en la sombra.
Huele a la repetida costumbre del café,
clara como una fiesta,
a la dulce ilusión de eternidad
de los utensilios de cocina,
a la voz repentina de un pájaro.
Todos los aromas son uno
cuando las calles se salvan del olvido
y la luz alivia los portales.
En las aceras, un espesor de pasos obligados,

cuenta las sílabas del día.


1º Finalista Certamen Anual de Literatura Internacional LAIA, Latin American Intercultural Alliance, Queens, New York, USA (2013)

  

domingo, 1 de enero de 2012

LA MAÑANA


LA MAÑANA



I

Esta es la mañana,

abierta

como un bostezo.

Una brisa pálida

va,

viene,

desarregla

las piedras del camino.

Esta es la mañana,

con sus arterias verdes

segregando

insectos que cantan.



II

Puedo acostumbrarme al silencio

si tiene

la forma de una nube.

Puedo acostumbrarme a la voz de Dios

si es apenas

un murmullo con los pies enredados

en las largas cabelleras de los molinos de viento.



III

La mañana

no propone límites.

Brota

como una flor o como un hueso.

Transparente.

Galopando en la inocencia de las bestias.

En su árida ternura.



IV

Cuando todo es verde

y está de rodillas,

Dios se acerca como un tigre

con un pájaro entre los dientes.

Se parece a los gatos que yo amaba.

Todo el cielo en los ojos.

La pulsión feroz de rebelarse

contra un grito de sangre.

Y estar vivo.


Arte: Andrei Belichenko   

2º Premio Poesía 23º Certamen de Poesía y Prosa Concurso Casa de la Cultura Ami Díaz,  Jovita, Córdoba (2011)